Listos para la Siguiente Gran Revolución.

mayo 24, 2016

La agricultura es una de nuestras actividades primordiales más importantes. Como uno de los aspectos que nos hace humanos, la agricultura es tan trascendental que cada cambio, descubrimiento y evolución ha provocado una profunda revolución a nuestro estilo de vida, alterando las estructuras sociales, prioridades y concepciones, de hecho, transformando toda nuestra manera de pensar. La historia es capaz de enseñarnos las circunstancias que precipitaron las evoluciones que hemos experimentado, y de aún mayor importancia, la nueva perspectiva adquirida gracias a ellas. Nuestra búsqueda de seguridad alimenticia y comercio ha traído descubrimientos revolucionarios desvaneciendo los límites de crecimiento económico y de la población creando nuevas herramientas, nuevas ciudades y hasta nuevos imperios. La agricultura ha impulsado transformaciones tan impresionantes que nuestra necesidad de comprender este proceso se vuelve esencial para prepararnos para la siguiente gran revolución.

History of agriculture
La agricultura inició hace aproximadamente 12,000 años. Mientras que surgió independientemente en distintas regiones alrededor del mundo, la primera gran transformación se dio en el Creciente Fértil del Medio Oriente, cerca de 8,500 AEC. Las condiciones climáticas del planeta se habían estado estabilizando en el milenio anterior. El fin de la Pequeña Edad de Hielo presentó condiciones extraordinarias para la domesticación de plantas y animales, pero también para un cambio mucho más drástico, el sedentarismo. Los humanos ahora querían quedarse cerca de sus nuevos cultivos, y podían hacerlo gracias a las condiciones climáticas benignas y a mayor disponibilidad de alimentos. El estilo de vida nómada, fue reemplazado poco a poco por viviendas más permanentes y mientras se volvieron sedentarios, sus metas a largo plazo se hicieron aún mas largas, ya que antes pensaban de temporada en temporada y ahora ya podían planear con años de anticipación. Esta revolución trajo, en una palabra, la civilización.

Mientras que la agricultura se extendió por todo el mundo y fue mejorando con la experiencia de cada generación, no fue sino hasta el siglo XIII, durante la Edad Media, que se dio la siguiente gran revolución. Sucedió en manos de los Califatos en el Norte de Africa, Medio Oriente, y más tarde en el sur de Europa. Mientras que el mundo islámico se estaba expandiendo a través de exploraciones y conquistas, sus tierras duras y áridas no eran adecuadas para la agricultura tradicional. Si querían continuar con su crecimiento, las poblaciones originales y las nuevas, necesitaban ser alimentadas.  Los innovadores métodos de irrigación, incluyendo la noria en conjunto con eficientes sistemas de irrigación artificiales, permitieron el cultivo de esas tierras. También trajeron de sus travesías productos nuevos para el cultivo y promovieron que los agricultores fueran dueños de la tierra que trabajaban. Sin embargo, el mayor logro de esta revolución fue considerar al cultivo como ciencia, al crear metodologías claras, medir con exactitud los logros, y sobre todo al compartir el conocimiento adquirido mediante una serie de manuales de agricultura que distribuyeron a lo largo y ancho de sus tierras.

Mientras que los avances en la agricultura ocurren constantemente, es interesante notar que al hombre moderno le tomó cientos de miles de años inventar esta revolucionaria práctica. Otros  9,000 años tuvieron que pasar para que se diera el siguiente gran avance. Sin embargo, la siguiente, la Revolución Agrícola Británica, tan sólo le tomó 400 años, para que se manifestara entre los siglos XVII y XIX. En conjunto con la revolución industrial, donde la mano de obra se sustituyó por maquinaria, los rendimientos por hectárea se dispararon. La producción de trigo, por ejemplo, que era de 15 fanegas por hectárea a finales de la revolución árabe, a fines de este periodo alcanzó hasta 26 fanegas. La rotación de cultivos y el arado sin ruedas, fueron algunos de los avances tecnológicos que impulsaron un crecimiento de rendimientos tal, que un nuevo mercado nacional en conjunto con una importante mejora en la infraestructura de transporte fueron necesarios para acomodar el excedente de producción. Esta tecnología también liberó grandes cantidades de mano de obra del campo, dejándolos disponibles para la industria manufacturera que impulsó, aún más, a la revolución industrial.

Tan sólo 150 años después, justo al finalizar la Segunda Guerra Mundial, y principalmente gracias a ella, inició la Revolución Verde en América. Comenzando en Mexico, con la ayuda de Estados Unidos y las Naciones Unidas, la industria química que se desarrolló originalmente para la guerra, empezó a producir agroquímicos como fertilizantes y pesticidas sintéticos. También se desarrollaron semillas de alto rendimiento y nuevos métodos de cultivo, incluyendo procesos de mecanización, que permitieron que se duplicaran los rendimientos globales y se triplicara el comercio agrario. Estamos al borde de una nueva revolución agrícola, una que se enfocará en orgánicos. Los agroquímicos naturales y los métodos de cultivo responsables con el medio ambiente serán la norma de esta nueva revolución. Hemos logrado nuevos, mejores y mayores rendimientos en el pasado, ahora es momento de lograr rendimientos limpios.

Cada gran cambio en la agricultura fue suscitado por la aparición de nuevas circunstancias, desde el fin de la Pequeña Edad de Hielo, el principio de la era dorada de exploración hasta la llegada de nuevas tecnologías, y todas ellas causaron cambios de paradigmas en el cómo y el por qué cultivamos. Hoy estamos enfrentando el nuevo desafío de convertirnos en una especie sustentable, y la tecnología actual ya nos da una gran variedad de alternativas para provocar la siguiente revolución agrícola. En esta revolución, la salud del planeta no es sólo parte de la ecuación, sino fundamento integral del objetivo principal: Alimentar al mundo.