Estamos viendo los primeros signos de la sexta extinción masiva de nuestro planeta. La última ocurrió hace 65 millones de años cuando un asteroide golpeó la Tierra, provocando fuertes terremotos, grandes tsunamis, lluvia ácida, entre otros efectos, que destruyendo el 70% de las especies en un espacio de tiempo de 33 mil años.
Ahora la causa principal es el ser humano.
La Fundación Mundial Para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) y el Instituto de Zoología, indican que desde 1970 y para el año 2020, poblaciones de peces, aves, mamíferos, anfibios y reptiles se reducirán en un 67%. De hecho, desde la década de los 70 y hasta el día de hoy, la población salvaje se ha visto disminuida en un 58%. Estudios de océanos, agua dulce y de la tierra de la WWF revelaron que las especies de agua dulce disminuyeron un 81% en el mismo periodo; los animales terrestres disminuyeron un 38% y las especies de los océanos un 36%. No sólo la disminución de especies animales está acelerando, también la aceleración del ritmo de especies en extinción, no tiene precedentes en la historia de la humanidad. Se estima que 468 vertebrados (mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces) se han extinguido en el último siglo. En comparación, con circunstancias geológicas normales, eso tomaría 11,400 años.
Fuente: Informe Planeta Vivo 2016, WWF.
“No se trata sólo de las increíbles especies que amamos. La biodiversidad es la base saludable para los bosques, ríos y océanos. Dependemos de los animales, al desaparecer estos, colapsan los ecosistemas junto con la calidad del agua, el aire, el alimento y el clima. Tenemos las herramientas para resolver este problema y debemos de empezar a usarlas si nos importa preservar nuestro planeta y nuestra propia prosperidad y supervivencia.”
Marco Lambertini, Director General de WWF (2016)
Dependemos de la biodiversidad de nuestro planeta para nuestro alimento, salud y estabilidad del clima. El ecosistema interviene y modera los patrones climáticos, mueve y recicla los nutrientes, desintoxica los residuos, genera y preserva el suelo, purifica el agua y el aire y poliniza los cultivos y la vegetación. Si seguimos destruyendo la biodiversidad a este ritmo, nuestra propia existencia está en peligro.
En un mundo en el que la población humana aumenta vertiginosamente, con el impacto del cambio climático y la depredación de recursos naturales, el crecimiento económico a largo plazo dependerá de la sustentabilidad. Nuestra indiscriminada demanda de los bienes naturales en la búsqueda de alimento, energía y riqueza, ha destruido la biodiversidad al punto de llevarla a la sexta extinción masiva, intoxicando el aire y acidificando la química de los océanos. A menos que actuemos rápido para revertir el deterioro ambiental, el impacto de la pérdida de la biodiversidad impactará también la vida humana y las próximas generaciones.
Fuente: Informe Planeta Vivo 2016, WWF.
Una propuesta a esta problemática es la Revolución Verde en la agricultura. Enfocada en las necesidades básicas del hombre para sobrevivir, la inversión en este tipo de estrategias lucrativas será el futuro para una vida mejor.
Nuestra solución enfocada en el árbol de Nim, denominado Proyecto Nim, ofrece innovación en varios sectores: agricultura, salud y protección ambiental. Reconocido por las Naciones Unidas como “el árbol del siglo XXI”, el Nim es un regalo de la naturaleza que ofrece alternativas naturales efectivas gracias a su alta gama de propiedades aplicables al cuidado de la biodiversidad y la salud. Fortalece los nutrientes de la tierra, ayuda a la salud del ganado y ofrece soluciones medicinales debido a sus propiedades antibacterianas, antivirales, además de su eficaz combate a hongos y a la malaria. El neem también es la solución para la reforestación debido a su rápido crecimiento, su alta producción de oxígeno y mitigación de carbono, comparado con otras especies de árboles.