Nuestra Necesidad de Resolver el Desafío Energético

mayo 5, 2016

La transición global hacia una energía limpia y renovable, está muy avanzada gracias a los destacados avances en la producción de energía sustentable que ocurren diariamente. La capacidad de la energía eólica ha crecido más del 20% cada año en la última década, el precio de la energía solar se ha reducido un 99% desde 1972 y ahora más de 70 gobiernos alrededor del mundo ya han introducido una legislación que fomenta inversión en estas tecnologías. Por primera vez en la historia, estamos experimentando una reducción en los gases efecto invernadero por 2 años consecutivos en medio del crecimiento económico mundial. No obstante, la transición aún tiene que alcanzar el paso que revertirá el daño hecho por nuestro actual sistema de energía global.

Áreas Prioritarias para la Implementación Resaltada en las Contribuciones Previstas y Determinadas a Nivel Nacional

Fuente: Synthesis report on the aggregate effect of the intended nationally determined contributions, CMNUCC, 2015.

Los compromisos hechos durante la Cumbre Climática en la COP21 de las Naciones Unidas, indiscutiblemente, han dado ímpetu al movimiento hacia sistemas de energía de bajo carbón y más eficientes, sin embargo, estas medidas no alteran el panorama de la creciente necesidad global por la energía. A pesar de que se espera que la Unión Europea, Estados Unidos y Japón usen menos energía en las próximas décadas, la Agencia Internacional de Energía estima un incremento del 33% en la demanda global energética para 2040. Las poblaciones en crecimiento de India, China, África, y Medio Oriente, serán las responsables de este incremento.

Hoy, la quema de combustibles fósiles  produce un 80% del total de energía demandada en el mundo.  Esto ha llevado a que 90 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) sean diseminadas en la atmósfera cada 24hrs. Incluso al cumplir las metas de emisiones prometidas por los países en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), se dejarían 13.7 mil millones de toneladas de CO2 en el mundo o un 60% arriba del nivel necesario para permanecer en el camino hacia un calentamiento máximo de 2ºC para el 2035.

Estimado de emisiones globales siguiendo la implementación de los comunicados intencionados a nivel nacional de contribuciones determinandas para el 2025 y 2030 y escenarios de 2ºC.

Estimated global emissions following the implementation Fuente: Synthesis report on the aggregate effect of the intended nationally determined contributions, CMNUCC, 2015.

A pesar de que el carbón,  petróleo  y gas natural se mantienen como materia prima básica para la producción de energía a nivel mundial, el futuro de los combustibles fósiles es incierto, con caída de precios en el mercado y  nuevas políticas ambientales coartando nuevos proyectos alrededor del mundo. En su lugar, una importante cantidad de inversiones está siendo encaminada hacia las tecnologías renovables con un total de $286 mil millones invertidos el año pasado, representando 6 veces la cantidad de 2004. Para finales de 2014, la capacidad global para generar energía eólica llegó a 369,000 megawatts, lo suficiente para proveer de energía 90 millones de hogares. La energía solar tuvo suficiente capacidad mundial para suministrar a 30 millones. No hay duda que estas tecnologías renovables están jugando un rol cada vez más importante en la producción de energía.

Ya que el biodiésel puede reducir los gases de efecto invernadero un 80%,  su rol será fundamental, mientras los países intentan reducir su dependencia a los combustibles fósiles y emisiones de gases dañinos. En contraste con los combustibles fósiles, esta energía está hecha de materiales biológicos, no tóxicos, biodegradables y libres de compuestos cancerígenos. además de poder ser cosechados una y otra vez. Derivados de cultivos de trigo, maíz y caña de azúcar, entre otros, pueden ser utilizados para proveer calor, generar energía y carburantes de combustibles, mientras capturan y almacenan dióxido de carbono del aire. En julio de 2014, la aerolínea brasileña, GOL, voló el primer vuelo comercial en usar biocombustibles, mientras que en 2008, Richard Branson, fundador de Virgin Atlantic, voló un Boeing 747 de Londres a Amsterdam usando una mezcla de biocombustible de coco para demostrar su viabilidad.

Cultivos no alimentarios como el Nim, convierten más energía solar en energía de biomasa que las alternativas que sí producen alimentos. Sus raíces profundas que vinculan la tierra, ayudan a la preservación del suelo y reciclan los nutrientes todo el año. Ya que no hay necesidad de replantar, estos cultivos perennes generan una huella de carbón aún más pequeña que los cultivos anuales. El Nim también cumple con las especificaciones de las principales normas de biodiésel en EEUU, Alemania y Europa.

Es evidente que la muy necesitada transición en el suministro de energía global ya está en camino, pero aún no al ritmo que llevaría a la reversión a largo plazo de las emisiones de CO2. Para poder lograr un futuro bajo en carbón, tenemos que seguir enfocándonos en las tecnologías renovables que aprovechan la energía de una manera limpia y sustentable.